miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mala fama proveniente de la frontera norte

Inmigrantes en el Barrio Yungay

Colombianos, ecuatorianos y peruanos abundan en el sector. Creando así, una diversidad cultural, gastronómica y racial. Sin embargo, muchas son las personas que están en contra de su llegada.

Es día jueves, en el Barrio Yungay. Hay feria en la calle Portales, lugar que quieran algunos o no, reúne a todos los vecinos; sin importar color, nacionalidad o apellido. Llegando a la calle Esperanza, donde terminan los puestos comerciales, se ve a una familia de peruanos escoltados por cinco perros callejeros. Los que al parecer son unos de los pocos que los aceptan tal cual son.
En su mayoría, lo inmigrantes que actualmente viven en
Yungay, son peruanos. Por un lado, a pesar de haber llegado a Chile sin nada y en busca de oportunidades laborales, han salido adelante y han instalado negocios, almacenes, restaurants, ciber-cafés, centros de llamados, peluquerías, etc. Lo cual no es malo para el sector, traen nuevos sabores, acceso a internet y comodidad. Sin embargo, hay un lado b de ellos, del que la gente que ha vivido toda la vida ahí, ya está cansada.
Sobre todo la gente de más edad, que insiste en que son sucios, desordenados, gritones, hediondos, escandalosos e irrespetuosos. “Varias veces he tenido que sacar a peruanos que vienen a la botillería a comprar y creen que por que te van a pagar, te pueden tratar mal y mirar en menos.”, agrega Orlando Soto, que trabaja hace 3 años en el barrio.

Entre ellos pelean mucho también y no cuidan las casas que se les arriendan para vivir. Lo que influye que vivan todos hacinados dentro de estas mismas casonas que alguna vez fueron el hogar de la aristocracia chilena. Hoy por hoy sirven de techo a estas familias que vienen a Chile en busca de nuevos horizontes y esperanzas económicas. El problema está en que los dueños de estas propiedades, le arriendan una habitación a solamente un peruano, pero este luego lleva a todos parientes a vivir con él. Lo mismo pasa en la mayoría de las piezas de las viviendas de la zona. Es por esto que hay tantos inmigrantes en Yungay.

Claro que antes era mayor la cifra de extranjeros, ya que por la misma razón de que viven hacinados y no cuidan sus hogares, en varias ocasiones se han incendiado estas casonas, por fallas eléctricas o conflictos entre peruanos. Otra causa es que los dueños de estas viviendas han optado simplemente por echar a todos los que le arriendan. Medida que por supuesto a afectado a varios que no tienen la culpa, que de verdad están en Chile por trabajo y que se están adaptando al sistema.

Por los errores de unos pocos, pagan todos. Sobre todos los peruanos, como son la mayoría y siempre, a lo largo de la historia, ha existido cierta tensión con nuestro país; son más discriminados. Sin embargo, hablando con ellos, no lo sienten tan así. Por ejemplo: Gina Medina, que lleva tres años acá, dice que no se ha sentido discriminada, sólo un par de veces y en el aspecto laboral. Fernando Sánchez, estudiante de ingeniería informática en la Universidad de las Américas, agrega que no lo han tratado mal en el barrio, pero que casi todos sus amigos son peruanos.

A muchos chilenos residentes en el barrio les molesta la presencia de estos inmigrantes, por un cuento de costumbres tal vez. Dicen que preferirían no encontrarse con ellos. Aunque también reconocen que no todos son iguales, que se pueden rescatar algunos. Pero en su mayoría han ido desprestigiando el histórico barrio.

Por su lado, los peruanos y extranjeros en general no nos toman en cuenta, prefieren vivir su vida, juntar dinero y volver a su país Perú cuando logren una mejor situación económica. No se hacen mayor problema. “Solo estoy de paso por acá, extraño a mi familia, pero tengo que mandarles dinero. Igual no lo he pasado mal por la discriminación. Paso desapercibida”, dice Berta Valderrama, peruana que lleva 7 años en Chile y hace dos que tiene una peluquería.

Así como Berta, son varios los que se esfuerzan por conseguir un trabajo y un lugar en nuestro Chile. Es injusto que por otros peruanos y esa mala fama que se crearon, más lo exagerados que somos los chilenos, tengan que pagar.

Obviamente que no todos los chilenos, porque también hay algunos que apoyan a estos inmigrantes en su proceso de adaptación al país. Les hacen su estancia más agradable. De todos modos, ya lo están pasando mal lejos de sus familias. Marcela Díaz, del bazar de la Plaza Yungay, agrega: “El otro día vino un joven colombiano, bien alto y moreno. Pero es muy tranquilo, si hasta habla suavecito. Y cuando salió, unos chicos lo empezaron a molestar y a gritar insultos. Él por su parte, agachó la cabeza y siguió caminando”. Un ejemplo que deberíamos analizar y reflexionar acerca del trato hacia los inmigrantes. Ponernos en su lugar, ya que en algunos países los chilenos tenemos bastante mala fama.

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